El
galgo es una raza canina autóctona de España, por lo que también se le conoce como
galgo español. Según la Real Academia de la Lengua Española, la palabra deriva del latín
Gallĭcus canis, perro de la Galia. Según la clasificación de la FCI, el galgo está incluido dentro del grupo X, sección 3ª , que corresponde a los lebreles de pelo corto. A pesar de esta clasificación también existe la variedad de pelo duro. Esta raza puede correr a 60km\h
Apariencia
Galgo Español de pelaje barcino
Tienen aspecto atlético y estilizado, con patas largas y pecho voluminoso, que les permiten alcanzar grandes velocidades. La altura a la cruz suele ser 62-70 cm en los machos y de 60-68 cm en las hembras. La capa típica es de pelo corto, liso y muy fino.Pero existe también la variedad de pelo duro, que presenta pelo áspero y largo, repartido homogéneamente por el cuerpo, con barba, bigotes y tupé. Los colores más típicos son: barcino o atigrado, negro, barquillo, tostado, canela, amarillo, rojo, blanco, berrendo o pío.
Historia
Suele hablarse del parecido entre el galgo y las representaciones caninas del arte egipcio; el galgo probablemente tiene sus principales ancestros en los perros faraónicos egipcios, igual que el podenco. Es probable además que el Vertades romano sea otro de sus antepasados. Lo cierto es que las primeras referencias escritas del galgo ibérico se hallan en el tratado del siglo II a. C.
Cynegeticus de Arriano de Nicodemia, quien fue cónsul de la Bética.
Denario romano el el que podemos ver representado un perro tipo galgo
El autor, desde su experiencia personal en Hispania, describe la caza de la liebre con galgos de manera prácticamente idéntica a como se hace en la actualidad en España, añadiendo que era una costumbre propia de los hispanos sin distinción de clase social. Además diferencia entre galgos de pelo liso y pelo duro, variante esta última muy infrecuente en la actualidad en España aunque muy apreciada en otros países europeos.
No es fácil precisar que sucedió con la raza en los primeros siglos de la Edad Media pero el hecho es que sobrevive, haciéndose evidente a partir de cierto momento su florecimiento.
En los siglos IX y X ocurre la colonización de grandes áreas de Castilla coincidiendo con la reconquista. Las grandes extensiones de terrenos baldíos y barbechos producen un incremento de las piezas de caza, consolidándose la tradición a las carreras de liebres con Galgos, práctica común tanto en los reinos árabes como cristianos. La guerra y la caza se confunden en estos años en que como decía David Salamanca "El lebrel, el caballo y el galguero eran tres grandes guerreros".
Nos da constancia del aprecio que el Galgo suscitaba en estos años el gran número de leyes que penalizan su hurto o su muerte: Fuero de Salamanca (siglo IX); Fuero de Cuenca; Fuero de Zorita de los Canes; Fueros de Molina de Aragón (siglo XII); Fuero de Usagre (siglo XII). En el Cartuario de Slonza se encuentra la escritura de una donación de heredad en Villacantol otorgada por el Mayor Gutiérrez en favor de Diego Citid, fechada el 3 de Noviembre de 1081, en la que se dice: "
Urso galgo colore nigro ualente caetum sólidos dae argento"; hallar este tipo de perro inventariado nos da una idea del alto valor estimativo en que se le tenía.
Representación de galgos en la ermita de San Baudelio de Barlanga, Soria
Las pinturas murales de la ermita de San Baudelio de Berlanga, en Soria, que datan del siglo XII muestran una escena de la caza de la liebre donde aparecen tres galgos con características muy similares a los ejemplares actuales.
En el Renacimiento Martínez del Espinar escribe en su (Arte de Ballestería y Montería): "
Muchas maneras hay de matar estos animales (las liebres), diré las que en España usan: correnlas con galgos, que aquí los hay ligerísimos, y así mismo lo son algunas liebres, que se les escapan sin poderlas alcanzar; y no porque corren hoy dejan de volver a sus querencias; antes estas liebres corredoras las continúan, porque tienen conocido el camino de su uida, y por la mayor parte se encaman cerca de alguna senda o camino, orilla de algún soto, monte o ladera, o tierra pedregosa, y así huyen de ellas y de ir cuesta abajo que las alcanzan luego en las laderas y tierra tiesa, parece que vuelan".
El galgo se va forjando en la estepa castellana, tanto en la Meseta Norte (Valladolid, Zamora, Ávila Salamanca, Segovia, Soria, Burgos y Palencia) como en la Meseta Sur (Toledo, Cuenca, Guadalajara, Madrid y Ciudad Real): así vemos el Galgo extenderse por todas aquellas zonas llanas en las que no puede hacerle competencia el sabueso
Hay referencias a los galgos no solo en textos de montería, sino también en expresiones y refranes e incluso en la literatura española siendo quizá la cita más célebre la contenida en la primera frase de El Quijote:
"
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor."
En España es de uso común la expresión "
de casta le viene al galgo (ser rabilargo)" para resaltar que determinadas personas o cosas tienen una determinada característica muy acentuada, y que era de prever porque también la han tenido siempre sus predecesores. Ya Benito Perez Galdós lo recogió en Amadeo I.
De igual forma, el refrán "
A galgo viejo, echadle liebre, no conejo" sugiere que es oportuno emplear a alguien experimentado en una tarea difícil, y que de paso sus capacidades se verán así premiadas y puestas en práctica.
"galgo que va tras dos liebres, sin ninguna vuelve" recomienda no dividir esfuerzos, "Mas corre el galgo que el mastin; pero si el camino es largo, mas corre el mastin que el galgo. No obstante los dos corren bastante" nos resalta las diferencias entre corredores de fondo y velocistas, sin demérito de sus respectivas naturalezas, y así un largo et cétera.
La expresión "cuando menos se piensa salta la liebre" empleada hoy hasta la saciedad para pedir atención al interlocutor frente a algo inminente tiene también su origen en la caza.
Las denominaciones de Galgo y Lebrel se han asentado en la actualidad como verdaderos sinónimos; sin embargo no siempre fue así puesto que tenemos documentación que nos demuestra que el lebrel del siglo XIV poseía un tamaño medio, una cabeza bastante gruesa y alargada, la barriga voluminosa y unas ijadas poderosas. Así se desprende de la lectura del libro de la Caza de Gastón Phoebus. Con el paso del tiempo fue variando su morfología, al mismo tiempo que cada vez más a menudo, se les denominaba lebrel o galgo indistintamente.
Aparentemente esta raza no sufre ninguna circunstancia especial en los siglos XVIII y XIX, manteniendo su vocación natural de perro rápido de caza. De hecho ha quedado un refrán de principios del XIX: "A los galgos del Rey no se les escapa la liebre" que se emplea para ironizar sobre los tramposos desde tiempos de Fernando VII, cuyas cacerías, se dice, estaban frecuentemente amañadas.
Sin embargo a principios del siglo XX, ocurre un mestizaje masivo de Galgo Español y galgo inglés; descendiente suyo y variedad de galgo más veloz. Esto ocurrió por la pretensión de conseguir animales más rápidos con los que competir en los
canódromos, que hacían furor en Inglaterra y estuvieron muy de moda en la España de esa época. Esta circunstancia puso en peligro la pureza de la raza (considerada una raza pura, es decir, que no es el resultado del cruce sino de la selección prolongada en el tiempo). Tras notables esfuerzos, se logró reconducir la raza a partir de los aún abundantes galgos españoles "puros" que seguían en manos de criadores y cazadores.
Pese a su antigüedad y relevancia, el Galgo Español fué reconocido bastante tarde por las asociaciones caninas, que por su origen principalmente anglosajón tienden a ver al Galgo Inglés como la referencia más destacable de este tipo de perros. Esta óptica debe matizarse considerándolo, sin embargo, un probable descendiente del Galgo Español.
Si a esto añadimos la conflictiva historia española del Siglo XX, es comprensible que esta riquísima raza haya sido vista con cierta indiferencia por propios y ajenos.
Sí puede pensarse,sin embargo, que esa situación va camino de arreglarse, ya que el Galgo Español ha emprendido el Siglo XXI en el contexto de un aprecio cada vez mayor por su raza, y la España contemporánea es progresivamente más consciente del valor de este espléndido animal.
Uso cinegético
En España, el galgo fue utilizado para la caza mayor en monterías y para la caza de la liebre en campo abierto, donde el perro caza la pieza sin la intervención del hombre tras una persecución. Este tipo de caza que en la actualidad tiene carácter deportivo en el pasado era un acto de prestigio social en el que la caza era un pretexto para demostrar quién era el poseedor del mejor ejemplar.
España debido a sus condiciones tan particulares, es probablemente el país donde el galgo es utilizado en mayor número de modalidades cinegéticas y deportivas. Es, a priori, cánido más numeroso en España, y es común encontrarlo en cualquiera de los pueblos y ciudades de la amplia geografía de la España llana. El galgo de campo (dentro del cual se incluyen la inmensa mayoría de los ejemplares de la raza que nos atañe) mueve en España anualmente del orden de diez mil millones de pesetas, cálculo que solo se refiere a una parte de los aficionados del país, incluidos en Sociedades Galgueras. Esta pequeña parte de galgueros preparan al año entre tres mil y cuatro mil galgos con motivo de su participación en los distintos Campeonatos de Campo Abierto. Este tipo de pruebas, donde cada año se premia al ejemplar más característico, parecen demostrar que el galguero vuelve hacia una raza que hace años estuvo perdida.
El mestizaje con el galgo inglés para conseguir animales más rápidos en carreras se ha detenido y erradicado por varios motivos: Por una parte esta actividad cinegética evoluciona a pasos agigantados a convertirse en un verdadero deporte, donde el hecho de matar la liebre es secundario en favor de la belleza de la carrera. El galgo híbrido pierde gran parte de dicha belleza, por lo que se valora cada vez más la pureza del Galgo Español. Por otro lado, el hecho de que a la liebre se la proteja más que nunca contra las escopetas y que cada vez sea más fuerte por selección natural (ha ido perdiendo sus zonas naturales de refugio por el aumento de terrenos roturados y caminos de concentración), hace necesaria su caza con galgos de mayor dureza.
De hecho, las circunstancias particulares dentro de la geografía tienen incidencia,y nunca un galgo que lleva corriendo generaciones en Andalucía tendrá las mismas características que otro que de igual forma lleva corriendo otras tantas generaciones en Castilla.
Así, en Andalucía y muchas partes de la Mancha, impera la viña y el olivo, teniendo la liebre perdederos próximos. De igual manera al ser el clima benigno, contará a lo largo del año con comida abundante sin necesidad de recorrer grandes distancias. Adicionalmente se la molesta menos al encontrarse dentro de grandes fincas sin caminos vecinales. Todas estas cuestiones van a hacer que el galgo que impere en estas zonas sea más pequeño y su musculatura algo mas corta y redondeada, es decir mayor potencia en los cuartos traseros. Esto se debe a que debe ser un galgo que las llegue rápidamente y salga de los cortes con mayor facilidad. Menos pesado por la blandura del terreno donde pisa y en definitiva mas rápido y menos resistente, aunque una propiedad no tiene por que excluir a la otra.
En Castilla, donde prevalecen los grandes espacios, la liebre recorre grandes distancias en busca de alimento y su única defensa al estar sus perdederos alejados son sus paras y su corazón. En este tipo de terreno se va a imponer otro tipo de galgo, mas duro de huellas, con mayor profundidad de pecho, de musculatura mas larga y plana, en definitiva un galgo de mayor resistencia. Estos galgos al ser mas pesados tendrán mas de alzada, y de hecho han sido los considerados más puros de cara a la estabilización de la raza.
Asimismo, fuera de España, concretamente en Chile (principalmente en la Zona Central) estos perros son usados en las competencias que se efectúan en Fiestas Patrias.
Galgos como animales de compañía. El maltrato de los galgos en España
En los últimos años se ha hecho además más corriente el mantenimiento de Galgos Españoles como animales de compañía. Tienen la consolidada reputación de ser animales nobles, más bien tímidos y que se adaptan bien a la vida en una casa. Suele sorprender su frecuente tolerancia a compartir el espacio con otras mascotas como gatos y conejos. Por otra parte, su actitud doméstica tiende a ser pasiva, durmiendo la mayor parte del tiempo, siempre y cuando se les permita un ejercicio regular, que suele consistir en correr con cierta frecuencia, o recorrer paseos largos que satisfagan su instinto atlético. El galgo es un animal de gran belleza y temperamento dulce que empieza a ser apreciado y acogido en el mundo urbano.
Muchos de esos galgos son animales que han sufrido tratos crueles o han sido abandonados al acabar las temporadas de caza. Los menos afortunados encuentran la muerte: los ahorcamientos, tirarlos a pozos o envenenarlos son métodos usados con frecuencia. De los galgos rescatados, muchos son adoptados fuera del país, aunque cada vez más son más apreciados dentro de España como animales de compañía. Numerosas organizaciones han empezado en la última década a concienciar sobre la situación y a rescatar galgos para ofrecerlos en adopción. Es común que se los esterilice con la intención de contener la población, ya que se estima que pueden existir unos 250.000 galgos en situación de abandono. Paralelamente, asociaciones a favor de los derechos de los animales han pedido, sin éxito, que se prohíba la caza con galgos.
En octubre de 2011 un grupo de eurodiputados expresó en una carta al presidente Rodríguez Zapatero su preocupación acerca de «la crueldad que se ejerce contra los galgos en España».
Cabe esperar que la situación de esta raza pueda mejorar conforme se adquiere una conciencia mayor y más extendida sobre ella.