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Gracias Gastón Vera por tu aporte a este blog; tomada en Puerto Madryn

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lunes, 10 de octubre de 2011

El Akita

Dentro de las siete variedades spitz japonesas, la más imponente por su tamaño y robustez es la raza Akita. Como “spitz” se conoce una familia de perros que tienen en común una serie de rasgos físicos y de personalidad.

En cuanto a los primeros destacamos la cabeza en forma de cuña, orejas triangulares firmemente erguidas, y cola rizada, que se curva sobre el dorso.

Estos perros tienen también doble capa, siendo la capa exterior más áspera y sobresaliente. También destacamos su carácter independiente, gran inteligencia, así como cierta testarudez.

Existe la teoría de que las razas spitz, casi todas de origen nórdico, son más originales que las desarrolladas por el hombre más adelante. Además, han cambiado poco a lo largo de la historia.

Para distinguir entre si las razas spitz, tendremos que poner la atención en el color y altura, ya que el resto de características son notablemente parecidas. Siendo la más pequeña la Shiba Inu y el mayor el Akita, hay una progresión en altura entre una y otro.

Por otra parte, hay colores considerados aceptables en cada raza que pueden ser totalmente indeseables en otras.

Por último, si bien el Akita conserva características comunes al resto de razas de su familia, es innegable que el porte y la marcha en el ring le distinguen, dándole un giro oriental de enorme atractivo para el posible propietario.


ebolucion:
El uso doméstico del perro se remonta a la Edad de Piedra, cuando se les usaba para la caza y la protección. Sin embargo, el origen del Akita es aún incierto. Ya en la Edad del Bronce de Yayoi se encuentran dibujos de perros con orejas erguidas y una cola medio rizada.

En el reinado del Emperador Jimmu llegaron perros de China y Corea. De este modo, se mezclaron con perros de zonas muy pobladas, en contraposición a las zonas más lejanas del país, donde se conservó la raza nativa con más frecuencia.

Los perros japoneses fueron llamados por su lugar de procedencia. Hasta 1931, no se designó al Akita Inu con ese nombre, cuando fue declarada monumento natural.

Así, podemos localizar el origen de los Akitas en la Prefectura de Akita, provincia en el extremo norte de la isla japonesa de Honsu.

Con el tiempo, diversas organizaciones surgieron para preservar y restaurar la raza Akita. Entre las más destacables, encontramos:
  • En el período Meiji (1868-1912), el Enyukai Club.
  • Durante el período Taisho (1912-1925), el Akita Kyokai, dedicado a las peleas de perros sobre todo
  • En 1927 se funda el Akita-inu Hozonkai (AKIHO), el club más importante de Japón durante años.
  • En 1928, Nippon-ken Hozonkai (NIPPO).
  • En 1948, Akita-inu Kyokai (AKIKYO.

El Japanese Kennel Club (JKC) y NIPPO son los registros más importantes en Japón y gozan de reconocimiento internacional. A pesar de esto, es reciente el reconocimiento de JKC por parte del American Kennel Club como registro extranjero de prestigio.


Antes de 1930 disponemos de poca información sobre ejemplares de la raza. Pero podemos señalar dos nombres que resuenan con frecuencia en los libros de referencia sobre Akita: Tochini-Go, que perteneció a Mr. Isumi, el primer presidente de AKIHO, y Babagoma-Go, de Mr. Kunio Ichinoseki.

Por otra parte, otros perros dignos de mención son Ichinosek Goma-Go, que apareado con Futatsui Goma-Go, procreó a Goromaru-Go, tenido como el perro más relevante en la preservación de la raza tras la Segunda Guerra Mundial.

A pesar de haber engendrado a los entonces denostados “Moku”, perros de colores mezclados y capas largas, tuvo una reputación envidiable como semental dentro y fuera de las exposiciones.

Cuando murió con nueve años en 1956, acudieron a su funeral entendidos de la raza desde cada rincón de Japón.

Para ilustrar el tremendo respeto y la dedicación que tienen los criadores y propietarios con la raza, traemos a colación dos conocidas anécdotas:



Hachi-Ko nació en 1923 y cuando cumplió un año acompañaba diariamente a su propietario, Eisaburo Uyeno, a la estación de tren de Shibuya.

Allí le esperaba a que terminara su jornada laboral en la Universidad Imperial, como catedrático en el Departamento de Agricultura.

Un día de mayo de 1925, Eisaburo no regresó, por haber fallecido durante un día de trabajo.

Pero su perro Hachi-Ko le siguió esperando impasible en la estación hasta el 8 de marzo de 1934, día en que murió.

En conmemoración de esta vigilia de nueve años, que conmovió a todos quienes conocieron la historia, se hizo esculpir una estatua de bronce.

La estatua original, obra del famoso Teru Ando, fue desmantelada por el ejército para fabricar armamento. Actualmente existe una réplica del escultor, obra de su hijo, Takeshi Ando.

La otra historia habla de Kamikaze-Go, el primer Akita en pisar suelo norteamericano. Hellen Keller, ciega de nacimiento, descubrió esta raza, a la que siempre se le ha atribuido cualidades espirituales.

Durante su visita a Japón en 1937 visitó la ciudad de Akita y recibió un cachorro de manos de un miembro del departamento de policía.

El perro murió al cabo del año de vivir en Nueva York. Pero en 1939 recibió otro cachorro, Kenzan-Go, que vivió con ella hasta su muerte en 1944 ó 1945.

Desde 1948 hasta 1950 hubieron muchos Akitas relevantes para la historia de la raza.

El esfuerzo conjunto de criadores consiguió un tipo consistente de Akita y se consiguió la creación de un registro fuerte (AKIHO) dedicado a promover el futuro de la raza.

Su secreto fue no intentar cambiar nada, sino potenciar y perfeccionar las características de que ya disponía el Akita.

A pesar del amor de Hellen Keller por la raza, el Akita no cosechó popularidad en Estados Unidos hasta los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial.

En un principio eran los militares americanos que ocupaban Japón los que empezaron a importar la raza, sobre todo hacia California, en la costa Oeste de los Estados Unidos.

Pero por desgracia, y a pesar del interés que comenzó a suscitar la raza desde el primer momento, no se establecieron rasgos uniformes y hubieron pocos programas de desarrollo y crianza concertados.




El problema con que se encontraron los primeros dueños fue que no disponían de información adecuada para criar debidamente a sus perros, o bien esta información estaba en una lengua que desconocían.

Por eso se tardó tanto en llegar a constituir una organización duradera. Fue en 1952, de la mano de Kelly Spellmeyer, cuando se fundó la Akita Dog Association of America.

En 1956 la siguió el Akita Kennel Club, y en 1959 se convirtió definitivamente en el Akita Club of America. Por último, se fijó un registro acorde con la normativa del American Kennel Club.


La aceptación de la raza por parte del American Kennel Club disipó los conflictos que se originaron en los comienzos y se reconoció al Akita Club of America como padre oficial de la raza en Norteamérica.



El primer perro inscrito en el “stud-book” del Akita Club of America fue Nikko-Go, el 13 de marzo de 1952, aunque no tuvo relevancia alguna.

El primer perro impactante en el programa de cría americano fue Homare No Maiku-Go, nacido en Japón.

Pero poco tiempo después el American Kennel Club dejó de reconocer a perros nacidos en el extranjero.

En cuanto la raza trascendió la “Miscellaneous Class”, reservada a los perros aún no clasificados en sus razas específicas, se cerró el libro de orígenes a nuevas inscripciones por el método del reconocimiento.

Así, se fue preparando el terreno para el que es llamado “Akita Americano”. A este último algunos expertos lo consideran una raza aparte del nativo de Japón.

El American Kennel Club otorgó nuevas líneas genéticas en el “stud-book”. A partir de entonces la consistencia de los Akitas japoneses no deja de contribuir a mejorar el futuro de los Akitas en Estados Unidos, que se presume mucho más brillante de lo que ha sido en el pasado reciente.

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